Hace unos meses Salt nos sorprendió cuando se convirtió el primer municipio catalán “libre de LGTBfobia”. Su ayuntamiento ha sido pionero en aprobar una normativa cívica y de convivencia de ámbito local que incluía por primer vez la penalización de conductas LGTBfóbicas. La novedad no fue sólo ésta, sino que fuera en un consistorio con un alcalde de Unió Democràtica de Catalunya, cuyo líder nacional ha hecho numerosas declaracions LGTBfóbicas, el que se aprobara cualquier la penalización de conductas en contra del colectivo LGTB. Es de suponer que el mismo Josep Antoni Duran i Lleida sería penalizado por la ordenanza municipal aprobada por un alcalde de su mismo partido si hiciera sus manifestaciones LGTBfóbicas en Salt. “Una flor no hace primavera”, según el dicho catalán, y en Unió todavía hay muchos que se oponen a nuestros derechos. Eso sí, no por ello dejaré de señalar cuando se producen estas excepciones y menos si son positivas.
Todavía resulta más sorprendente no que esto pase por primera vez en un ayuntamiento liderado por Unió, sino que las fuerzas progresistas no hayan impulsado antes regulaciones similares en los centenares de consistorios catalanes en los que han gobernado en los últimos años. Ni siquiera ocurrió en el emblemático consistorio de Barcelona, gobernado durante 32 años por mayorías de izquierdas. Quizás fue porque priorizaron otras políticas destinadas al colectivo. Se debe reconocer que en la creación de políticas específicas LGTB como de órganos de participación de las entidades, tanto el gobierno de la capital catalana y el de la Generalitat han sido pioneros en Europa y en todo el mundo. Me estoy refiriendo a los programas LGTB de Barcelona y de Catalunya y a los consejos LGTB barcelonés y catalán que han permitido a las asociaciones participar del diseño de estas políticas. Sólo añado, que sorprendre, que una herramienta tan cercana a la LGTBfobia más cotidiana como una normativa de convivencia, no se haya impulsado hasta 2012, cuando muchos de los ayuntamientos llevan años con estos reglamentos aprobados.
Lo aprobado en Salt aborda otros ámbitos que probablemente serían más polémicos, pero lo que me ha parecido más destacable, en un medio especializado en temática LGTB como IDEMTV, es la novedad que supone que una normativa de ámbito local regule este aspecto.
¿Precedente para la ley contra la LGTBfobia?
La noticia se hace pública en medio del debate para que el Parlament de Catalunya legisle en contra de la LGTBfobia, promovido por las entidades que consiguieron que una mayoría de partidos políticos firmaran un compromiso electoral al respeto. Se debe tener en cuenta que, previamente, el el Gobierno “tripartito” dejó listo un proyecto de ley en su última legislatura que no fue aprovado por el ejecutivo presidido por Artur Mas entre 2010 y 2012. En este sentido, el ejemplo de Salt podría sentar precedente i ser un referente a seguir tanto en política municipal como en la de ámbito nacional. Pero, está aún por ver.
En la actualidad, la propuesta de ley contra la LGTBfobia tiene, con matices, el apoyo de la gran mayoría de la cámara legislativo catalana, según explica el reportaje Una ley contra la homofobia sin el gobierno? Los partidos de izquierdas siguen los planteamientos del movimiento. CiU propone un matiz: quiere incluir la LGTBfobia en una ley por la gualdad de trato que tenga en cuenta a otros colectivos. Para las entidades que exista una ley especifica es una apuesta por la visibilidad de las personas LGTB y de la lucha contra su discriminación. Pese a la LGTBfobia aún presente en Unió, se debe reconocer que Convergais han contribuido a que el actual partido de gobierno, si bien no llegue tener los planteamientos del movimiento LGTB, sí que se aproxime y tenga una actitud más abierta. Por primer vez en la historia hay un conseller abiertamente gay y la consellera de Bienestar Social y Familia apuesta por los derechos del colectivo.
El contexto favorable existe, pero que se apruebe finalmente la ley es una cuestión de voluntad política, principalmente del partido del gobierno. Lo que se ha aprobado en Salt hace más evidente que es una cuestión de voluntad. De voluntad de perseguir y prevenir las conductas LGTBfóbicas para lograr una sociedad más igualitaria. Y Salt ha sido un ejemplo que esto es posible.
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El autor del artículo de opinión es periodista y ha trabajado tanto en medios de comunicación, como en comunicación corporativa y 2.0. Es además, valenciano de nacimiento y barcelonés por decisión propia. Por otra parte, ha participado de diferentes movimientos asociativos LGTB y ha colaborado en diversos medios especializados en temática LGTB y con el libro “La historia del movimiento gay en la clandestinidad del franquismo”, de Armand de Fluvià.
Actualmente participa del proyecto IDEMTV, con dos profesionales más. |