Estamos charlando con el profesor de mi hijo. Es la entrevista de rigor para ver como va todo, si se comporta, si domina las asignaturas, si tiene buena relación con las compañeras y compañeros y con el profesorado. Se trata de una reunión muy necesaria que esperamos siempre con ganas, aunque ahora ya son mayores, pues nos permite intercambiar informaciones sobre un aspecto tan importante de la vida de nuestros hijos como es, el tiempo que pasan en la escuela, los aprendizajes y contenidos y las relaciones interpersonales que establecen.
En un momento dado hablamos del trabajo de “recerca” que está haciendo. Ha escogido el tema del bullying lgtb en su instituto. Buen tema nos dice el profesor. Nosotras le hemos ayudado a preparar unas encuestas válidas para pasarlas al alumnado de su curso, y comentamos que está llevando bien la gestión de los plazos de ejecución. Y de pronto nos pregunta: “por cierto, ¿y lgtb qué significa exactamente?”. Bombaaaaa. ¡No es posible! Somos lesbianas reconocidas y visibles, nuestros hijos e hija han incorporado en su lenguaje las palabras transexual, gay, y lesbiana de forma totalmente transversal. En los medios de comunicación sale, quizás no tan a menudo como quisiéramos, pero sale. Y un profesor de instituto de éste nuestro mundo, hoy, no sabe qué significan las siglas LGTB. Evidentemente se lo explicamos, pero con la boca pequeña y sin saber hacia donde mirar, como si la vergüenza de su falta fuese nuestra.
Y también evidentmente, aconsejamos a nuestro hijo que incorpore en su encuesta, una pregunta para determinar el grado de conocimiento del alumnado de secundaria, del significado de las siglas LGTB. No sea que la encuesta fuese un fracaso total por incomprensión del vocabulario de partida.
Esto me lleva a acordarme de otra situación que ha quedado en los anales de las anécdotas de nuestra asociación, la FLG-Famílies Lesbianes i Gais cuando, con motivo de los preparativos del 2º Encuentro Europeo de Familias LGTB – Catalunya 2012, con una compañera íbamos de despacho en despacho explicando nuestro proyecto y pidiendo apoyo y dinero. De reuniones como esta hicimos muchísimas, y dicho sea de paso, con un resultado tan chocante como aquella que vivimos, ninguna. Resulta que durante la conversación, nuestro interlocutor, como quien no quiere la cosa, nos explica que en comarcas están muy hartos del centralismo barcelonés, y que si aquella B del final significaba Barcelona, pues que no les hacía ninguna gracia francamente. Tardamos un poco en reaccionar, nos miramos las dos, y nuestra comunicación no verbal fue intensísima en aquellas fracciones de segundo. Noooo! No significa Barcelona! Significa bisexuales.
Y la broma la hicimos después, cuando un compañero muy agudo nos ilustraba haciéndonos ver que le podíamos haber dicho que de centralismo nada. A aquel buen hombre, a aquel funcionario con un cargo en el gobierno de mi país, le podíamos haber dicho que de centralismo nada ya que Barcelona va la última y que el significado completo es L de Lleida, G de Girona, T de Tarragona y B de Barcelona. Aún nos reímos ahora. O lloramos…
Nos damos cuenta que teníamos que haber empezado la reunión explicando el abecedario. Que demasiado a menudo aún tenemos que explicar qué es una familia lesbiana, o sea, una familia de madres lesbianas; o una familia gay, o una familia transexual, o sea una familia con madre/s/padre/s transexuales. Somos muy conscientes de ello. La gente tiene cierta confusión y necesita que le explicites que somos adultos homosexuales y/o transexuales que tenemos hijos. Pero tener que explicar el significado de LGTB es realmente inadmisible.
¿Hasta cuando tanta ignorancia? Ya no es homofobia, no es una falta de respeto voluntaria. Es pura ignorancia. ¿Y me pregunto en qué mundo viven? Pero claro, no arreglamos nada tirando la pelota al campo contrario. Porque su mundo es el nuestro. Necesito saber qué está fallando. Hacer el diagnóstico de estas situaciones me permite encontrar soluciones. Reconozco que los medios de comunicación hace tiempo que usan las siglas LGTB, y que el movimiento también. Pero un sector de gente aún ignora su significado. Y los dos ejemplos que he citado corresponden a personas a las que se les presupone lectores de prensa o, que están al día de las noticias de actualidad ya sea mediante la televisión, la radio, el twitter, facebook u otras redes sociales. Pero no ha sido suficiente para que el mensaje les llegue y hayan podido hacer este pequeño aprendizaje. No estamos hablando de profesionales alejados de la realidad socioeducativa de nuestro pais, sino todo lo contrario. ¿Me consuelo pensando que quizás han sido dos casos aislados? Mejor que no. Esto sería esconder la cabeza bajo el ala.
La conclusión a la que llego es que aún nos hace falta hacer más pedagogía de la causa lesbiana, gay, transexual y bisexual. Sí, con todas sus letras. La visibilidad es necesaria pero debemos ponerle nombre. No podemos considerar conseguidos ciertos apriorismos y creernos que vivimos en una sociedad culta y educada, conocedora de la diversidad de sus miembros. Debemos explicar constantmente quiénes somos, qué hacemos, y como se llama el colectivo del que formamos parte. El lenguaje es importante.
Es a lo que en FLG llamamos, empezar por la lección de alfabetización.
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Elisabet Vendrell es licenciada en Biología i Profesora universitaria. Es miembro de la asociación de Famílies Lesbianes i Gais desde su inicio en 2001, entidad de la que fue presidenta desde 2005 hasta 2012; también presidió la FLG-Asociación de Familias LGTB de España desde 2009 hasta 2012.
Fue la primera Vicepresidenta del Consell Nacional de Lesbianes, Gais, Dones i Homes Transsexuals i Bisexuals de Catalunya; asimismo fue Coordinadora de la Red Estatal de Asociaciones de Familias LGTB de España;y Secretaria de la Federació de Famílies Plurals de Catalunya. |