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EDITORIAL

La apuesta que algunos colectivos de inspiración cristiana y políticos conservadores hacen por las terapias reparativas para el colectivo LGTB, son un motivo de alerta social y sanitaria. Se ha demostrado que estas terapias no son sino torturas de distinta intensidad a las que se aplican principios conductistas, para inhibir el deseo amoroso y sexual hacia las personas del mismo sexo.

Hace unos meses, la asociación cristiana Exodus Internacional emitió un comunicado en el que pedía perdón a las personas que se habían acogido, durante treinta y siete años de práctica, a estas terapias, destacaba que no eran efectivas y reiteraba su compromiso dejar de practicarla y convertirse en una “nueva organización más cristiana y acogedora“. Después de años de críticas a la aplicación de la terapia, el Presidente de la asociación reconocía en una carta “Por favor, sepan que estoy muy arrepentido. Siento mucho el dolor y el daño que muchos de ustedes han sufrido. Siento que algunos de ustedes hayan tenido que pasar años luchando contra la vergüenza y el sentimiento de culpa cuando veian que su orientación no cambiaba. Siento haber promovido que la orientación sexual se podía cambiar y defendido teorías sobre la orientación sexual que estigmatizaban los padres. Siento no habeles defendido que personas que públicamente estaban a mi lado les han insultado llamándoles sodomitas o cosas peores. Siento que, conociéndoles tan bien como les conozco, haya fallado al no explicar públicamente que los gais y las lesbianas son tan capaces de ser unos padres ejemplares como las personas heterosexuales“. Exodus Internacional, se añadía a otras organizaciones que habían aplicado este tipo de terapias.

Aún así diferentes organizaciones y autores siguen defendiendo estas terapias, aunque de la asociación Americana de Psiquiatría lo ha condenado y rechazado. Las terapias reparativas de la heterosexualidad sólo producen autoodio, exclusión y llevan muchas veces al suicidio. Es un tratamiento psicológico con un alto contenido de fe religiosa que trata la homosexualidad como una enfermedad, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud excluyó la homosexualidad como enfermedad en 1990 .

Diferentes personas han denunciado estas prácticas, en primera persona, y mientras en algunos países avanzan en la legislación, como en EE.UU, en el estado de California, para prohibir estas falsas terapias, hace tan sólo 2 años un político destacado como Duran Lleida las defendió.

Actualmente hay una importante iniciativa en change.org impulsada por Alec Fisher, un estudiante a quien Marcus Bachmann (esposo de la congresista estadounidense Michele Bachmann) aplicó la terapia cuando era adolescente. Esta petición pide que no se aplique la terapia, de forma especial a niños y niñas, y ya ha conseguido 70.000 firmas. Fisher también ha impulsado un proyecto de ley y ha realizado un interesante documental sobre la discriminación LGTB y el buylling en el que denuncia estas situaciones.
Hay muchas reparaciones hacía el colectivo LGTB, muchas reivindicaciones pendientes de hacer realidad, pero esta reparación no la necesitamos, no la queremos.

 

 

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Hoy, 20 de noviembre es el día mundial de la Infancia. Los y las menores de 18 años quedan protegidos en el marco de reconocimiento de derechos de la Convención de los derechos de la infancia, firmada en 1989. En ella se reconoce el principio de no discriminación, “independientemente de la raza, el color, el sexo, la lengua, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen nacional, étnico o social, la posición económica , la incapacidad física, el nacimiento o cualquier otra condición del niño, de sus padres, o de sus tutores legales

Es del todo evidente, que ningún estado cumple esta convención y se pisan los derechos de los niños y niñas de forma constante. Es evidente que los niveles de cumplimiento varían según los estados, el régimen político y económico, la legislación … pero también que incluso en los estados más avanzados, la vulneración de derechos de las niñas y los niños es un hecho.

El ámbito de la educación es un ámbito importantísimo en la construcción de la sociedad del futuro y, también, en la formación de ciudadanas y ciudadanos con criterio propio para ejercer su libertad y convivir en una sociedad respetuosa y diversa. En los países democráticos, llamados del primer mundo, la educación es uno de los ámbitos principales de la batalla ideológica del conservadurismo. Es también en el ámbito educativo donde se sufren discriminaciones duras, crueles … la homofobia en las escuelas, el buylling homófobo, es una realidad que se muestra con toda su dureza.

Los niños y niñas que muestran algún tipo de orientación homosexual o, simplemente, se les supone. O aquellos y aquellas que tienen actitudes propias de un sexo diferente al de su cuerpo biológico. El buylling no es un hecho exclusivo para las personas homosexuales pero sí que se está destapando como una herramienta social discriminatoria efectiva para aquellas personas que basan su sociedad en las desigualdades.

Hace unos meses la FELGT publicó un estudio en el que exponía que el 43% de los y las jóvenes que padecían buylling homófobo se planteaban el suicidio. Algunos años antes entidades catalanas (Casal Lambda, AMPGIL, Sin vergüenza) participaron en un estudio con jóvenes de Barcelona donde ya se apuntaba una situación alarmante así como la falta de herramientas de detección para el profesorado y para las familias.

Las denuncias en los últimos años han sido muchas, las evidencias constantes y los casos que, desgraciadamente, se han conocido han sido con fines dramáticos, como el caso de suicidio del austríaco Joel Horn, de 13 años, o el niño cordobés, de también 13 años que sufre buylling homófobo en una escuela salesiana y que ya ha redactado dos notas de suicidio. Son algunos de los casos, quizás los que nos han llegado por los medios, pero si nos zambullimos en las redes sociales los dramas de los niños y niñas que sufren las consecuencias del acoso homófobo son experiencias estremecedoras.

La convención de los derechos de la infancia recoge aspectos como la libertad de expresión, en el artículo 13, o el derecho a la protección contra interferencias arbitrarias y ataques al artículo 16. Recoge también la responsabilidad de los estados para proteger al niño o niña contra todas las formas de violencia en el artículo 19 o en el artículo 28 el derecho a la educación basado en la igualdad de oportunidades. Es evidente que todos estos derechos se vulneran en los estados democráticos europeos y que no se están tomando medidas adecuadas, sino al contrario.

La iglesia católica es uno de los principales actores sociales que promociona la homofobia. Actualmente, con la aprobación por parte del TC del matrimonio igualitario, la jerarquía eclesiástica ha elaborado una estrategia para promocionar una actitud que excluye las familias LGTB y ha hecho casus belli del tema. A lolargo de los últimos años sectores conservadores y la propia jerarquía católica trabajaron, codo a codo, para que se excluyera (como así hizo el gobierno del Partido Popular) del currículo escolar la asignatura de Educación para la ciudadanía y aquellos contenidos de presentación de la diversidad social que ellos consideraban como “perniciosos”.

Se evidencia que los pasos atrás afectan la vida de las personas y que muchos de los niños no pueden desarrollar libremente su personalidad ni tener un desarrollo físico, mental, espiritual, social y moral adecuado para que no se les permite expresarse, porque no se les reconoce una orientación o una identidad sexual diferente a la marcada por un sistema dirigido por una interpretación moral católica de unos pocos y que se siguen sufriendo casos de acoso en las escuelas e institutos sin que ello parezca que importe a algunas administraciones públicas ni a la iglesia católica ni a algunos sectores bienpensantes de la sociedad.
Los derechos de los niños se vulneran y el acoso homófobo es una clara y dramática realidad que provoca muertes, depresiones, baja autoestima y ciudadanas y ciudadanos que en el futuro preferirán vivir en el armario para no sufrir las situaciones que han vivido de niños .

El artículo 28 de la Convención de los derechos de la infancia recoge que “Los Estados adoptarán todas las medidas adecuadas para asegurar que la disciplina escolar se administre de modo compatible con la dignidad humana del niño”, así pues se necesitan herramientas para las familias y los profesionales, hay formación en la diversidad, hay que trabajar socialmente contra las discriminaciones y la LGTBfobia y hay que desarrollar una democracia plena que respete y haga respetar los derechos elementales.

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Fina Birulés es profesora de filosofía en la Universitat de Barcelona y ha centrado su tarea investigadora, entre otras, en cuestiones de teoría feminista...

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