Quedan pocos días ya por el 1 de diciembre, y hay que destacar que se ha convertido en una fecha imprescindible para visibilizar el trabajo de las entidades de prevención del VIH-SIDA pero también de las que atienen a los que han contraído la enfermedad. Un día por visibilizar el trabajo de todo un año. Un trabajo que tiene varias vertientes: la prevención a partir del uso del preservativo, el diagnóstico precoz, la atención a los enfermos y la búsqueda médica para mejorar la eficacia de los tratamientos y reducir los efectos secundarios, así como para conseguir una vacuna. Con todo, el mayor problema, con diferencia, es el estigma social que todavía perdura y que viene provocado, sobre todo, por la desinformación, el miedo y el silencio que acompañan a esta enfermedad. No tenemos que ir muy lejos para encontrar ejemplos. El Sindicato de Policías de Catalunya emitió un comunicado alrededor de la muerte de Juan Andrés Benítez con un contenido serofóbico, que el movimiento LGTB y anti SIDA se han decidido a denunciar, y que daba información que pertenecía a su privacidad y que, además, era errónea.
La desinformación sobre la situación actual en que se encuentra la enfermedad, cuáles son las herramientas para su prevención y la culpabilización de los enfermos son el origen de este estigma. La discriminación y la invisibilización de los portadores del VIH-SIDA les impide vivir con libertad y de forma natural su enfermedad que en muchos casos ocultan para evitar ser discriminados. Se añade a las complicaciones propias de la enfermedad una presión social y psicológica que agravan los efectos emocionales que ya de por si puede tener el VIH-SIDA. El 1 de diciembre es, pues, la oportunidad, una de tantas, para el movimiento antiSIDA para acabar con la desinformación y visibilizar a los positivos para terminar de raíz con el estigma social que, desgraciadamente, todavía existe.